Podcast.

Birretas para descentralizar la Iglesia

T5E174.

 El 8 de diciembre de 2024, 21 nuevos cardenales se incorporan al colegio cardenalicio. Exploramos algunos de los cambios significativos que ello trae consigo. Con un notable aumento de cardenales provenientes de América del Sur, Asia y África, se está desdibujando el antiguo monopolio europeo y promoviendo una mayor diversidad de orígenes y perspectivas. Esta diversidad influye en la dinámica interna de la Iglesia y los nuevos nombramientos reflejan un cambio de paradigma bajo el pontificado del papa Francisco, quien ha buscado descentralizar la Iglesia y acercarla más a las periferias del mundo.

lista de episodios

Portada del episodio t5e174 del pódcast de la revista VN.

Escúchalo ahora en tu plataforma preferida:

           

Sobre este episodio

 El episodio 174 del pódcast de la revista Vida Nueva dura , se titula Birretas para descentralizar la Iglesia y trata sobre el colegio cardenalicio y cómo queda estructurado a partir del consistorio anunciado por el papa Francisco para el 8 de diciembre de 2024.

¿Dificultades para escucharlo?

 No te quedes sin acceder a su contenido. Aquí tienes la transcripción del episodio 174.

 Los episodios del podcast son largos, así que también lo son sus transcripciones. Este texto te llevará varios minutos de lectura; tal vez quieras dejarte cerca un vaso de agua por si lo necesitas antes de llegar al final.

 Hace unos días, vi una película de 2020 de la que no había oído hablar. Quizás tú sí que la conozcas. Se llama “El padre” y está protagonizada por Anthony Hopkins y Olivia Colman. Es una narración que se enfoca en el desconcierto de alguien que siente cómo todo a su alrededor se desmorona como consecuencia del envejecimiento. Algunos fragmentos de su vida van y vienen y se entremezclan con situaciones cotidianas.

 Pensaba en esta película al repasar el mosaico de nuevos cardenales que serán nombrados en el próximo consistorio. Con cinco nuevos purpurados de América del Sur, otros cinco de origen asiático y dos africanos, el colegio cardenalicio que se conforma hace retroceder el monopolio europeo de estos servidores de la Iglesia Universal. Un poco como ocurre en la película “El Padre”, los cambios que ello trae consigo pueden ser demasiado disruptivos para algunos de los actuales miembros del colegio cardenalicio. De sus 256 integrantes, algunos encontrarán descabellado que se nombre cardenal a alguien como Carlos Castillo, el arzobispo de Lima, vinculado en cierto modo a Gustavo Gutiérrez, padre de la Teología de la Liberación. No hay que olvidar que todavía viven algunos purpurados nombrados por Juan Pablo II, un papa que durante muchos años libró una batalla activa contra toda teología que tuviese aroma a pueblo latinoamericano.

 Aprovechando que comenzamos recordando una película, vamos a recurrir a la cinematografía para dar un sentido figurativo a varias de las implicaciones que se derivan de los nombramientos para el próximo consistorio.

 Esta pérdida progresiva de presencia europea en pos de una creciente diversidad de orígenes se siente como el inicio de la película Extraños en un tren, que en hispanoamérica se tradujo como Pacto siniestro.

 Durante muchos siglos, el colegio cardenalicio se mantuvo como una institución más o menos homogénea. Algún nombre sobresalía de tanto en tanto, pero, en general, era una maquinaria que funcionaba en la dirección marcada por el monolítico núcleo italiano y, más en general, europeo. Es una película de Alfred Hitchcock que comienza con unos planos magistralmente decididos. Se contraponen dos secuencias de unos pies que caminan en sentido opuesto. Dos pares de zapatos distintos, un traje diferente, pero todavía no se sabe a qué persona corresponde. No se ven las caras de los actores. Finalmente, ambas secuencias confluyen en un mismo lugar y el plano muestra los pies de ambos hombres enfrentados entre sí, mientras ocupan plazas opuestas de un mismo vagón, anticipando el conflicto que, más adelante, se producirá entre ambos.

 Pensaba que, con cada nuevo consistorio, puede haber cardenales que se sientan un poco así, viendo cómo unos pies desconocidos se acercan desde lugares lejanos que les son completamente ajenos, generándose en ellos un cierto desasosiego al futurizar sobre posibles consecuencias de que tal o cual idea permee entre los asesores y colaboradores cercanos del sucesor de Pedro.

 Exactamente eso mismo podría estar ocurriendo en el caso del arzobispo Castillo. Conversando con Vida Nueva, el arzobispo de Lima exponía su posición ante las posibles acusaciones que puedan llegar a propósito de su nombramiento. Decía lo siguiente:

Si optar por los pobres y buscar su liberación, buscar la regeneración de la humanidad y encontrar el amor gratuito como fundamento de toda la experiencia humana es herejía, que acusen, nomás. No hay problema. Pero, eso sí, creo que es herejía no optar por los pobres (...) Todo el que se alejó de ese camino, que es el camino del anonadamiento de la cruz para servir (...), se pasó poquito a poco al género de la herejía.

 Nos acordamos entonces de la película E. T., el extraterrestre. Al comienzo, cuando las criaturas quedan separadas y aparecen los perseguidores humanos, a estos últimos no les vemos las caras. Sin embargo, la atención se centra en uno de los llaveros que lleva uno de ellos unido al pantalón. El sonido metálico de las llaves viene a primer plano para poder asociarlo a los antagonistas de la película.

 En muchas ocasiones, dentro de la Iglesia se sigue ese mismo patrón a la hora de identificar antagonismos. No se observa el cuadro completo, no se tienen en cuenta las subjetividades ni se razona de modo profundo, sino que basta con una cosa minúscula para categorizar a la persona como amiga o enemiga. En este caso, al arzobispo Castillo le podría ocurrir algo parecido por parte de quienes solo vean de él su amistad con Gustavo Gutiérrez como un peligro para la tradición de la Iglesia. Su adición al colegio cardenalicio habría de verse en el marco amplio del pontificado de Francisco. Carlos Castillo le dice esto a la revista:

Estamos en un momento complejo, en el que hay personas que polarizan las cosas. Lo importante es que Francisco está abriendo un camino, que es el camino más profundo que tiene la Iglesia: caminar juntos para servir a la sociedad, al mundo que Dios ha amado y al cual ha entregado a su Hijo. Es necesario caminar con ese mundo anunciando lo más importante: Dios ama a ese mundo, a pesar de sus pecados y sus males.

 Y eso nos transporta a un elemento crucial de la cinematografía, los sonidos no diegéticos, es decir los que no pertenecen al mundo de la historia que estamos viendo. Por ejemplo, en la película Barton Fink, hay un momento en el que el protagonista observa un pequeño cuadro en la pared. Él se encuentra en la habitación de un hotel, por lo que se esperaría escuchar el sonido presente en la propia habitación. Sin embargo, lo que se escucha son gaviotas y el sonido de las olas del mar, siguiendo lo que aparece en el pequeño cuadro de la pared.

 Tal vez, cuando nos detenemos a observar a la Iglesia a la que pertenecemos, caemos fácilmente en esa abstracción que nos lleva a escuchar sonidos no diegéticos. Centramos la atención en viejas fotografías y escenas del pasado y el cerebro se nos llena de sonidos antiguos que transportan a otras épocas, envenenando el corazón con falsos recuerdos de un pasado que, en realidad, no fue mejor que el tiempo presente.

 En líneas generales, el funcionamiento de los cónclaves se concretó entre los años 1059 y 1294, restringiendo la elección del papa al voto de los cardenales y haciendo que el acto fuese a puerta cerrada, o como se dice en latín, cum clave. Desde entonces, muy pocos papas tenían un origen no italiano. Y, en cualquier caso, tampoco es que la variación fuese excesiva. Clemente V, francés. Juan XXII, francés. Inocencio VI, francés. Adriano VI, holandés. Juan Pablo II, polaco. Benedicto XVI, alemán. Y el resto, sería decir casi todo el rato: italiano, italiano, italiano. Llegamos a Francisco. Argentino.

 Ese mirar el cuadro de la pared y escuchar el sonido del océano, así como el sonido de unas llaves que señalan al enemigo o dos pies anónimos que se enfrentan en el tren, todo ello nos dibuja una serie de prejuicios que rodean al colegio cardenalicio todas y cada una de las veces que el papa Francisco anuncia un nuevo consistorio.

 ¿Quiénes son estas personas? ¿Cuál es su decantación? ¿Cimentarán las reformas impulsadas o se posicionarán en contra? ¿Suman al magisterio actual o, más bien, restan? Toda persona experta en el tema tiene algo que decir. Aportamos nuestro punto de vista, nuestra consideración, nuestra futurización, incluso. Luego, el pontífice fallece, los cardenales se encierran para elegir a su sucesor y resulta que, ese día, va el Espíritu Santo y sopla con tal fuerza que sorprende hasta al más erudito de los intelectuales.

 ¿Te gusta lo que lees?

 Es el momento perfecto para un breve descanso. ¿Qué tal si te tomas un momento para reponer energías? Mientras tanto, ¿qué te parece si me apoyas invitándome a un café? En solo unos segundos, puedes marcar una gran diferencia y contribuir al contenido que tanto te gusta. Toca el corazón de la taza.

Icono de Kofi, una página para apoyar a creadores de contenido.

 Una de esas noticias que nos llegan desde la Asamblea del Sínodo de la Sinodalidad que está teniendo lugar durante este mes, es la que se produjo a partir de la declaración de Víctor Manuel Fernández acerca del diaconado femenino. El prefecto para la Doctrina de la Fe dijo que el diaconado se convierte en una suerte de consuelo para algunas mujeres, añadiendo que el acceso al diaconado es una cuestión menos importante que la presencia femenina sea decisiva y más fuerte, llevándose a cabo desde la práctica pastoral.

 También sabemos que el papa Francisco considera que la cuestión sobre el diaconado femenino no está lo suficientemente madura. Y la semana pasada hablábamos sobre la reacción adversa de una universidad católica belga a propósito de cómo hablaba el pontífice sobre las mujeres.

 Para mucha gente, esto puede sentirse como el inicio de la película Apocalipse now, dirigida por Francis Ford Coppola. Las escenas del principio se suceden al compás de una canción titulada The end, el final. Y la primera vez que se ve el rostro del protagonista está vuelto del revés. Esa película habla sobre la guerra y comunica un sentido inverso del bien y el mal, de lo que es correcto y lo que no en un mundo que ha perdido el rumbo.

 Tal vez, los sueños de reforma que mucha gente anticipaba durante el pontificado de Francisco han quedado reducidos a simples gestos puntuales, considerando que estos no tienen la suficiente consistencia ni suponen un verdadero cambio con respecto a la situación anterior.

 A veces, la propia ambición o la visión que cada cual tiene para la Iglesia pueden estar ocultando una esperanza que brota de manera discreta, como en ese recurso cinematográfico que tapa un grito de terror con el sonido de una tetera hirviendo. Decíamos en el episodio de la semana pasada que Francisco no solo habla con palabras, sino también con gestos. Uno de tales gestos es, precisamente, el nombramiento de tal o cual persona como cardenal.

 El próximo purpurado, Carlos Castillo, comparte lo siguiente con Vida Nueva:

Quiero recalcar que no hay ninguna negación del tema del diaconado femenino. Puede ser que teológicamente no esté resuelto, pero habrá que seguir debatiendo y profundizando.

 No veremos el diaconado femenino en este pontificado, pero, si el día de mañana es una realidad, como a algunas personas nos gustaría, sin duda que habrá sido posible por los nombramientos de los últimos diez consistorios. De ahí saldrá el próximo papa.

 Por eso han venido siendo tan importantes los nombres que hemos ido comentando también en episodios anteriores, como cuando estuvimos hablando sobre Giorgio Marengo, el cardenal que sirve en Mongolia. Tanto su nombre como el de los muchos otros que tienen y han tenido contacto con todo tipo de periferia humana incorporan, como decíamos, un sentido más pleno de lo que significa la universalidad.

 Dominique Matthieu, por ejemplo, es uno de los próximos purpurados. Es de origen belga pero se encarga de pastorear la Iglesia en Irán, donde apenas hay unos veinte mil católicos de un total de 84 millones de habitantes. Recuerda que, en su momento, estuvimos hablando del país a propósito de esa antigua disciplina deportiva que se practica en los Zurkaneh a ritmo de catequesis islámica.

 El arzobispo Matthieu lleva desde 2021 habitando bajo la teocracia iraní, con todo lo que ello lleva consigo. No pudo instalarse en el país hasta pasados nueve meses desde su consagración episcopal. Hay trabas burocráticas para los cristianos que dificultan la entrada en Irán o la permanencia. Y la sospecha de estar ejerciendo el proselitismo para captar nuevos seguidores de Jesús es algo que se castiga con mucha dureza.

 Por otra parte, otro nombramiento que ha generado sorpresa es el de Paskalis B. Syukur, obispo de Bogor, en Indonesia y originario de la Isla de Flores, un lugar que, a menos que hayas estudiado paleontología o te interesen la historia humana o la geografía, difícilmente podrías localizar en el mapa del mundo. Yo la conocía porque allí se descubrieron en 2003, los restos de un nuevo tipo de ser humano prehistórico, al que llamó, precisamente Homo florisiensis. Y una vez lo has conocido es imposible olvidarse de esos seres humanos extintos, porque eran del tamaño de los hobbits de El Señor de los Anillos, personas de una estatura mucho menor que la de los humanos modernos.

 Todos estos lugares y sus contextos van a ser puestos en común en el colegio cardenalicio. Quizás por eso se insiste tanto en los medios de comunicación en la universalidad. Una universalidad que no viene determinada solo por lo geográfico, sino también por otros aspectos. De los 21 nuevos cardenales, 11 pertenecen a órdenes religiosas. ¿Qué importancia puede tener esto?, podría preguntarse el común de los mortales.

 De los 266 papas que ha reconocido la Iglesia Católica, solo 34 han pertenecido, además de Francisco, a una orden religiosa. Diecisiete fueron benedictinos, seis agustinos, cuatro dominicos, cuatro franciscanos y dos cistercienses. El último fue Gregorio XVI, de una rama benedictina, que dirigió la Iglesia entre 1831 y 1846. ¿Sabes qué trajo consigo? El impulso del trabajo misionero. Lo hizo a su manera y atendiendo a su propio contexto histórico, pero nos sirve para ilustrar que un mayor número de cardenales pertenecientes a órdenes religiosas añade posibilidades a que determinados carismas coloreen con aspectos propios los futuros pontificados.

 En ello, como en todo, hay quien ve una amenaza y los adictos a ver conspiraciones en cada rincón tienen pesadillas acerca de complots organizados en oscuros despachos por mentes igual de ensombrecidas. Como dato anecdótico, decirte que el papa Gregorio XVI, del que acabo de hablar, se sintió muy desconcertado cuando una ola de revoluciones sacudió Europa en el primer tercio del siglo diecinueve. Veía la revuelta polaca como un movimiento subversivo instigado por radicales y masones y dijo a los obispos de la Europa occidental que volvieran lealmente la mirada hacia la cátedra de Pedro, hacia su poderoso soberano. Una de cal y otra de arena. Lo mismo que revitalizó las misiones, algunas de sus posturas llevaron a muchos católicos polacos a apostatar.

 Regresando al presente y con la vista puesta en el próximo consistorio, se me ocurría un ejemplo muy gráfico que ilustra la variedad de procedencias y contextos que vienen a enriquecer el colegio cardenalicio.

 Si pensamos en términos de periferia, podríamos pensar que cada uno de los purpurados actuales y futuros se alinean según una amalgama entre la vocación, las propias preferencias, la necesidad del tiempo presente y la personalidad. Cada cardenal tiene su eje de rotación en un punto distinto alejado del centro.

 Si los ordenásemos a todos en una misma barra, orientándolos hacia el mismo sitio y los pusiéramos a girar, tendríamos un movimiento inservible que no conduciría a nada.

 Sin embargo, si se organizasen las diferentes periferias de igual modo que en el cigueñal de un vehículo, acompasando el giro de cada una de las piezas descentradas, eso daría como resultado un movimiento útil que haría avanzar la Iglesia hacia lugares hasta ahora desconocidos. El combustible del Espíritu empujaría cada leva, o cada cilindro, a su ritmo, según sus características propias, sumando al conjunto.

 La homogeneización de la Iglesia no puede resultar jamás en un movimiento de avance neto, tan solo en una burda apariencia de ello. Por eso se necesitan las voces plurales de los cardenales de lugares que jamás habían tenido representación púrpura o de pastores cuya experiencia les lleva a pisar la Tienda del Encuentro que acompaña al pueblo de Dios en su peregrinación por los muchos desiertos de este mundo.

 Para mirar a la Iglesia de mañana, necesitamos cardenales que puedan fijarse en algún detalle que vaya más allá del sonido de llaves que identifica al malvado de la película. Necesitamos gente que pueda soñar con nuevos planos y esboce el guion de una asamblea en la que quepa todo el mundo, incluso aquellas personas a quienes hoy se les niega el acceso a su lugar de vocación blandiendo justificaciones que solo se cimentan en los prejuicios del pasado.

 ¿Te ha gustado lo que has leído?

 Antes de marcharte, recuerda que tu apoyo es fundamental para continuar con este podcast. Considera invitarme a un café ahora para poder actualizar las herramientas y seguir ofreciéndote un contenido de calidad. Toca el corazón de la taza.

Icono de Kofi, una página para apoyar a creadores de contenido.

 

citas:

Qué buen momento para compartir este episodio:

     

Más episodios

 Si quieres escuchar otros episodios de la temporada 5 de este pódcast, puedes pinchar en este enlace. No encontrarás carnaza, burla fácil ni elementos que fuercen la división y el enfrentamiento. En su lugar, tienes a tu disposición un espacio sosegado de razonamiento accesible a personas de diferentes niveles culturales y sociales. De otro modo, ¿cómo sería posible el diálogo?