"No podemos cerrar los ojos a esa realidad. El Vaticano es un instrumento más en todas estas batallas que estamos librando. Un instrumento más que es parte del conglomerado del fascismo que en nuevas modalidades quiere dominar el mundo, como han venido dominando. Invadieron América y son ya 500 años."
Así habló el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en el marco de una cumbre con otros jefes de estado de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Añadía también que el Vaticano está a favor del imperialismo norteamericano.
En la actualidad, ser católico en Nicaragua es toda una hazaña debido a la persecución que está llevando el gobierno en contra de la Iglesia por medio de la maquinaria estatal. Sin ir más lejos, hace menos de 72 horas, un decreto eliminó unas 1500 organizaciones por asegurar que incumplen las leyes del país. Entre ellas, se encuentra el Fondo de Seguro Sacerdotal que, hasta ahora, entregaba una pensión mensual a sacerdotes jubilados. Este fondo se mantenía por el aporte individual de los sacerdotes y con la colecta anual del Miércoles de Ceniza. Ya en julio de 2023, el gobierno congeló las cuentas bancarias de la asociación; en las últimas horas llegó este decreto que suprimía definitivamente la personalidad jurídica del fondo y requisaba el monto económico del mismo.
Daniel Ortega, en la cumbre con otros jefes de estado que decíamos, también acusó al Vaticano de colaborar con los nazis en Alemania, en Italia y en España. Y ese es, precisamente, el punto de partida que nos permite estirar del hilo de la desinformación y las noticias falsas.
El Vaticano es acusado, simultáneamente, de colaborar con el fascismo y con el imperialismo estadounidense como si fueran una misma cosa. Lo cual nos transporta directamente al período tras la Segunda Guerra Mundial y a la Guerra Fría.
Los cardenales Mindszenty de Hungría y Stepinac de Croacia fueron alabados por los regímenes comunistas de sus países por haberse opuesto a los Nazis1. Sin embargo, a medida que también iban denunciando los atropellos de los nuevos gobiernos, los dirigentes soviéticos comenzaron a perseguirlos.
En el caso de Polonia, el cardenal Wyszyński vivió penurias similares. Tras la guerra, se vio obligado a firmar un acuerdo con las autoridades comunistas. Lo hizo en abril de 1950 y permitía al régimen intervenir en la elección de los obispos. El cardenal fue detenido un par de años después de haber firmado ese acuerdo, lo mismo que muchos otros sacerdotes a quienes se acusaba de colaborar con movimientos reaccionarios. A comienzos de 1954 habían sido detenidos nueve obispos católicos y varios cientos de sacerdotes polacos.
Esta situación se repitió en todos los territorios controlados por los soviéticos al mismo tiempo que ponían en funcionamiento una gigantesca red de desinformación y propaganda. El desertor rumano Ion Mihai Pacepa contaba cómo funcionaba esa maquinaria propagandista, por ejemplo, haciendo circular centenares de copias de una obra llamada los “Protocolos de los Ancianos de Sión” que afirmaba que se pretendía convertir a los Estados Unidos en un reino sionista y al resto del mundo en un feudo judío. El mismo aparataje de propaganda fue el responsable de difundir una campaña en contra del papa Pío XII, a quien acusaban de haber apoyado el Fascismo.
En febrero de 1944, el periódico comunista Izvestia cargó contra el Vaticano por esa misma razón y añadía que Pío XII había no solo colaborado con los nazis, sino que había ayudado [con la destrucción de otros estados]. Poco después, el New York Times se hizo eco de esa publicación y no le dio credibilidad, acusando a Izvestia de ser propaganda comunista
La persecución que estamos viendo en Nicaragua en contra de la Iglesia Católica no dista mucho de la vivida en aquellos territorios soviéticos una vez finalizó la Segunda Guerra Mundial. La cruzada de Ortega y su esposa, Rosario Murillo, comenzó en 2018. Aquel año se produjo una revuelta ciudadana masiva y los dirigentes del país solicitaron a miembros del clero que ejercieran como intermediarios. La Iglesia se negó a tomar partido por el bando oficial e hizo un llamado al diálogo, rechazando en cualquier caso la violencia. Aquello fue considerado como un acto de traición y desembocó en lo que estamos presenciando a día de hoy.
Desplazamos ahora nuestra atención hacia la República Democrática del Congo. Allí nos topamos con que el cardenal Fridolin Ambongo se enfrenta desde el pasado abril a un proceso judicial en su contra donde se le acusa de incitar a la población a la revuelta en contra del gobierno y de atentar contra la vida humana.
El cardenal Ambongo ha expresado en más de una ocasión críticas en contra de la administración del presidente Félix Tshisekedi. Por ejemplo, en la Vigilia Pascual de 2024, el cardenal afirmó que la justicia congoleña es la primera que se burla de los derechos de los ciudadanos.
En los dos contextos que comentábamos, el de Nicaragua y el de la República Democrática del Congo, cualquier medio de comunicación afín al discurso oficialista generará noticias que confirmen las acusaciones en contra de la Iglesia Católica o de sus miembros. Y lo mismo aplica para cualquier otro punto del planeta. Es precisamente por esa razón por la que la ciudadanía, y en este caso especialmente los bautizados en Cristo, debe permanecer alerta para no sucumbir ante noticias falsas y elementos de desinformación. De otro modo, se forma parte del problema y no de la solución.
En esa misma línea se expresaba en 2017 la conferencia episcopal de Filipinas. En una breve carta firmada su presidente, los obispos filipinos advertían a los fieles acerca de dejarse llevar por las noticias falsas. Decían que un cristiano no puede formar parte de la falsedad, el engaño y la mentira. Lo reducían a un principio básico de la moralidad: haz el bien; evita el mal.
"Hay personas que se han entregado al servicio de informar acerca de lo que nunca ha ocurrido, de esconder lo que realmente ocurrió y de distorsionar lo que debería ser expuesto de manera clara."
Lo expresado por los obispos de Filipinas tiene una importancia crucial en la Iglesia Contemporánea. La maquinaria de desinformación no siempre parte desde el gobierno ni se concentra en la estructura de un estado. A niveles más pequeños también se origina. Individuos que se miran al espejo y ven a la persona iluminada que conoce la auténtica y única verdad del mundo.
Personas así son responsables, por ejemplo, de generar los mitos y mentiras en contra del Concilio Vaticano II que tan profundamente han calado en el imaginario de una parte del Pueblo de Dios. Y quienes difunden esos bulos son, o víctimas de la mentira, o cómplices de la misma.
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Retrocedemos en el tiempo hasta el cuatro de mayo de 1936. Ese día, el ministro de la Gobernación de España recibía a un grupo de periodistas y les decía lo siguiente:
"Se trata de un rumor, de un bulo lanzado con muy mala intención por quienes les interesa exacerbar los ánimos para producir estos disturbios. Estoy dispuesto, tanto al que lance el bulo como al que lo propague, a meterlo en la cárcel."
El ministro de la Gobernación de aquella época, Santiago Casares, se refería a unos acontecimientos violentos que se habían producido en Madrid. Se había extendido rápidamente el falso rumor de que unas monjas estaban dando caramelos envenenados a los hijos de los campesinos, lo cual dio pie a que se produjeran disturbios y varias religiosas fueran perseguidas y recibieran palizas. Quedaba poco para que estallase la Guerra Civil española y los ánimos del país estaban muy exacerbados. Había un anticlericalismo violento en el ambiente que necesitaba de pocas excusas para aflorar en superficie.
Como ejemplo de lo anterior, podemos echar un vistazo a la publicación Solidaridad Obrera del 16 de agosto de ese mismo año, apenas unas semanas después de que se iniciara la contienda.
"El bloqueo tenaz y persistente de las milicias obreras (...) auguran una victoria próxima y aplastante de las fuerzas fascistas. Y este peligro de su derrota, hace que se intente por bajo mano, preparar el camino de su rendición en ciertas condiciones. Este rumor (...) radica en el deseo de ciertos estamentos que, aún apartados del marco de la lucha, mueven los muñecos de los generales facciosos. La sagacidad de la España Negra y su Cuartel General Vaticano son quizás los que propugnan por un alto el fuego (...) La España Negra ha visto cómo ha realizado el pueblo la reforma religiosa. No ha necesitado para ello matar las horas dictando articulados de Ley de ninguna clase. La tea y el petróleo han realizado el milagro. La Iglesia ha sido purificada y aventada (...) Perdiendo la influencia de España, es como si le hubieran asaltado la bolsa al Vaticano. Ya no hay en el mundo pueblos para adormecer y explotar a base de la fe religiosa."
Hablaba ese texto de una purificación de la Iglesia a base de petróleo, una forma poética de llamar a los incendios de templos y monumentos y cuya puesta en práctica no es muy diferente de la llevada a cabo por los talibanes de Afganistán cuando la emprenden a martillazos contra obras de arte milenarias.
Los mitos basados en una religión que funciona como opio para el intelecto se difundieron y se incorporaron al imaginario colectivo hasta repetirse como un mantra sin sentido. Así se llegó a asociar a la Iglesia con el Fascismo como si los acontecimientos del territorio español fueran un reflejo de toda la Iglesia Universal.
Habíamos visto antes que, tras la Segunda Guerra Mundial se difundieron noticias similares desde ámbitos relacionados con la propaganda soviética. Durante la guerra, sin embargo, también se daba la circunstancia de que los alemanes acusaban a la Iglesia Católica de colaborar con los aliados.
Ese juego de señalar a la Iglesia como colaboradora de un bando u otro no es nuevo. Si estiramos de nuevo del hilo de la historia podemos seguir retrocediendo hasta el año 1834. En la España de aquella época, había un conflicto relacionado con la sucesión al trono. El hermano del rey Fernando VII, Carlos María Isidro, consideraba que él debía reinar en España y no su sobrina, Isabel II. En 1834, la primera guerra carlista llevaba ya unos meses de enfrentamientos y la prensa señalaba a la Iglesia como posicionada a favor de los carlistas.
Ese verano de 1834 llegó desde Portugal a España una epidemia de cólera2 y cuando alcanzó Madrid provocó muchas muertes. Los días 15 y 16 de julio fueron especialmente complicados en ese sentido y se difundió el rumor de que unos jesuitas habían envenenado las fuentes que abastecían de agua a la ciudad y que eso era lo que estaba provocando las muertes.
El 17 de julio de 1834, una turba asaltó el Colegio de San Isidro y asesinó a todos los religiosos que se encontraron a su paso. Saquearon los edificios y, a continuación, marcharon al convento dominico de Santo Tomás, al del Carmen, al de San Francisco el Grande y, por último, al de La Merced. Todo ello como consecuencia de un falso rumor. Un año después, en 1835, se repitió una escena similar en otras localidades. A día de hoy, se sigue discutiendo acerca de si se trató de un acto espontáneo, de unos sucesos provocados por el miedo a la epidemia o si fue una acción preparada por grupos liberales que preparaban el terreno para más desamortizaciones.
Las noticias falsas, los rumores y la desinformación no son algo inocuo e inofensivo. Hoy día lo vemos claramente. A través de las redes sociales y las aplicaciones de comunicación se difunden noticias falsas que provocan tumultos y alientan enfrentamientos innecesarios de los que personas sin escrúpulos sacan rédito de distinto tipo, ya sea económico o político.
Seguimos retrocediendo. Viajamos hasta el verano de 1822 y nos desplazamos hasta Charleston, una localidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos. Un tribunal formado por siete ciudadanos blancos, todos ellos comerciantes de esclavos, llevaron a cabo un juicio en contra de varios esclavos negros y un hombre libre. El equivalente al alcalde había oído rumores de que estaba a punto de producirse una insurrección masiva de esclavos, así que reunió a un grupo de esclavistas para juzgar a los responsables del alzamiento3.
Encarcelaron a más de 130 hombres afroamericanos, casi todos ellos esclavos. El tribunal quiso identificar al cabecilla de la conspiración, despreocupándose de averiguar si realmente existía dicha conspiración. Al final, treinta y cuatro esclavos y un hombre libre fueron ejecutados en la horca. Se señaló como cabecilla, precisamente, a ese hombre libre, Denmark Vesey, a quien se acusó de radicalizarse por su pertenencia a una iglesia protestante. Sin embargo, a día de hoy, se tienen serias dudas acerca de todo el procedimiento llevado a cabo y se tienen claras las contradicciones y falsedades expuestas durante el juicio.
La propagación de la mentira y el refuerzo de las noticias falsas lleva al sufrimiento de personas inocentes e incluso a la muerte, como en el caso de Denmark Vesey o de los frailes de Madrid. Podemos señalar a las redes sociales como potenciadoras de los discursos de odio, pero no como genuinamente originadoras de los mismos. El recelo, la envidia, la maldad, en definitiva, han existido desde que el ser humano adquirió la conciencia de sí mismo. Todavía podríamos retroceder más en el tiempo para comprobarlo.
Entre los años 1500 y mediados de 1600, Inglaterra se vio afectada por diversas plagas que provocaban muchas muertes. Era el tiempo de la Reforma de Lutero y hubo quien vio la oportunidad de sacar provecho difundiendo falsa información.
Por ejemplo, durante el reinado de la reina María I, las plagas eran señaladas como una causa del protestantismo que se había expandido tras la reforma anglicana. Sin embargo, en la época de su sucesora, la reina Isabel I, la explicación que se daba era que todavía quedaba algo de catolicismo en la gente y por eso recibían el castigo en forma de peste bubónica4. En 1599, el pastor protestante Richard Leake escribió varios sermones a este respecto y decía lo siguiente:
"Estoy persuadido muy justamente por esos grandes pecados capitales que gobiernan y reinan entre nosotros: como el burdo papismo y la superstición ciega en muchos lugares, tanto que tengo miedo de que ese ídolo abominable de indignación, la misa, se utilice en varios lugares a nuestro alrededor, a lo que se añade: la inmunda embriaguez, las abominables fornicaciones, la abierta profanación del sabbat, los pasatiempos ilegales. Pecados tan infinitos que, cuanto más se investigan, más apestosa fetidez surge de ellos."
Coincide también con el surgimiento de los movimientos puritanos dentro del protestantismo. El ministro puritano Thomas Vincent describía Londres diciendo que, si alguna vez veías a una persona colgada de una cuerda, podías hacerte una idea del entusiasmo con el que la gente se había aferrado a la Palabra de Dios. El rumor utilizado para justificar cualquier barbarie forma parte de nuestra época y también del pasado.
Terminamos regresando a la idea de lo necesaria que resulta la formación personal para poder identificar las noticias falsas y los bulos a fin de evitar formar parte de esos grupos que golpean a monjas por creer que envenenan niños, que matan frailes por escuchar que contaminan el agua o que condenan a muerte y encarcelan por el temor a la insurrección del esclavo.
La profesora Dolors Palau-Simpio, de la Universidad de Valencia, señalaba en 20235 algunos elementos característicos de la desinformación en falsos medios de comunicación actuales.
En su texto, la profesora distinguía tres tipos de información incorrecta. Primero, la “misinformación”; información falsa pero no creada con la intención de causar daño. Segundo, la “desinformación”; información falsa creada deliberadamente para causar daño. Tercero, la “malinformación”; información basada en la realidad pero utilizada para infligir daño.
Partiendo de esa base y aprendiendo a discriminar lo cierto de lo falso, el Pueblo de Dios sería menos susceptible a la manipulación mediática y más libre al estilo de Jesús. Hoy nos hemos asomado a las bulerías alrededor de la Iglesia. Si hubiéramos echado un vistazo también a las que se organizan dentro de ella, quizás habríamos necesitado otro episodio más... o incluso dos de ellos. En nuestra época, una bulería lo mismo te lleva a cargar contra el papa que a fundar tu propia secta en un convento.
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