Podcast.

Los goles al estilo Fratelli tutti

T4E162.

 En este episodio, celebramos la victoria de España en la Eurocopa 2024, destacando el impacto de este triunfo más allá del ámbito deportivo. Exploramos cómo la fe del entrenador Luis de la Fuente y la unidad del equipo reflejan valores de humanismo cristiano. Además, analizamos cómo figuras como Nico Williams y Lamine Yamal, hijos de migrantes, desafían el racismo y simbolizan una España multicultural. Hablamos sobre la importancia de la inclusión en el deporte y el papel de la Iglesia en promover estos valores, con ejemplos de iniciativas como el torneo en memoria del padre Gabriel Delgado.

lista de episodios

Portada del episodio t4e162 del pódcast de la revista VN.

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Sobre este episodio

 El episodio 162 del pódcast de la revista Vida Nueva dura , se titula Los goles al estilo Fratelli tutti y trata sobre la victoria de España en la Eurocopa 2024 y cómo la multiculturalidad de la Selección puede propiciar impactos positivos en un tejido social fragmentado por el racismo y el odio; en ese contexto, se plantea el lugar o la posición de la Iglesia Católica.

¿Dificultades para escucharlo?

 No te quedes sin acceder a su contenido. Aquí tienes la transcripción del episodio 162.

 Los episodios del podcast son largos, así que también lo son sus transcripciones. Este texto te llevará varios minutos de lectura; tal vez quieras dejarte cerca un vaso de agua por si lo necesitas antes de llegar al final.

 Es poco probable que alguien que viva en España no se haya enterado de que la Selección Masculina de Fútbol ha ganado la Eurocopa. Desde que sucedió, ha habido un bombardeo constante de información por todas partes, lo mismo que en las redes sociales, donde cada cual ha expresado su opinión y su punto de vista. En ese contexto saturado de fútbol, que llevaba así desde el comienzo del torneo y sabiendo lo mucho que inflama las pasiones, ¿qué pasó con los campamentos católicos que estaban desarrollándose cuando se jugó la final de la Eurocopa? ¿Se integró en la planificación del día? ¿Se aisló a la juventud de toda influencia externa? ¿Hubo cierto halo de clandestinidad para estar al tanto del resultado?

 Jorge Sierra, delegado de Pastoral de La Salle para España y Portugal, comparte con Vida Nueva que, en su caso, vieron el partido en directo, comiendo pizza y con total naturalidad. Dice:

Me da la impresión de que muchas veces la polarización que tenemos en la sociedad, en algunos medios de comunicación, en los mismos políticos... lo que fomenta es estar siempre alerta de qué malos son estos o qué malos son los otros. [...] Entre la chavalería es todo mucho más sencillo. Simplemente buscan estar juntos, sentirse también orgullosos de formar parte de algo. Con alguna jugada más peliaguda tuvimos que llamar a a la calma y decir que se puede discutir una jugada todo lo que quieras, pero que de ahí al insulto y lanzarse rápidamente a palabras ofensivas, pues no, porque no es necesario. [...] Es una buena oportunidad, por lo menos, de sacudirse prejuicios y de encajar con el resto de cosas que estamos trabajando.

 Compartía Jorge Sierra que ante la disyuntiva de ver o no el partido, decidieron que era mejor no aislar a la juventud de ello para que esta no estuviera descentrada en el resto de actividades. Eso es algo que tiene sentido, ya que los bautizados estamos en el mundo y lo llevamos a la Iglesia. De igual modo, pero a la inversa, la Iglesia también se lleva al mundo, en este caso al mundo del deporte.

 El entrenador de la selección española, Luis de la Fuente, respondía a un periodista de la BBC sobre el papel de Dios en el deporte diciendo que no era un tema relacionado con la superstición, sino que él rezaba todos los días, con independencia de si había o no un partido en concreto. Esta explicitación de lo trascendente en un entorno público, añadiendo además que la fe es algo que se puede transferir a otras personas, delata una vivencia de la misma con naturalidad, sin esa dualidad de “aquí soy de la Iglesia” y “aquí soy del mundo” a la que el modelo social mayoritario empuja. Tras la victoria ante Inglaterra, Luis de la Fuente decía lo siguiente:

El fútbol creo que es una parte más de la vida. Hay mucho trabajo detrás de este éxito, llevamos muchos años trabajando. [...] Aquí todo es trabajo, trabajo y más trabajo. Ahora creemos que ha sido justo. Pero también habría sido justo si no lo hubiéramos conseguido. Ahora estamos valorando mucho porque se ha conseguido ganar. No sé qué crítica habría habido si no lo hubiéramos conseguido, cuando el trabajo era exactamente el mismo. Quizás sea un aprendizaje para todos saber que no solo hay que valorar el objetivo final, sino seguramente el proceso.

 Palabras que nos traen a la memoria el discurso del papa Francisco en 2021 al inicio del proceso sinodal. En aquel momento insistía en que lo importante era que el camino sinodal fuera un proceso continuo que involucrase a las Iglesias locales, imprimiendo un estilo de comunión y participación marcado por la misión.

 Valorar el proceso, lo mismo en el Sínodo que en el fútbol, supone un aprendizaje, tal como decía Luis de la Fuente. No ganar el título o no alcanzar ciertos hitos concretos no debería ser motivo para menospreciar todos los esfuerzos y desvelos del camino.

 Extendiendo un poco la mirada más allá del mundo futbolístico, nos encontramos con que la relación entre fe y deporte ha venido atrayendo la mirada del mundo académico desde hace ya algún tiempo. Personas como la Doctora Noora Ronkainen de la Universidad de Bern se dedican a estudiar las experiencias significativas de deportistas en relación con su fe. En 2019, por ejemplo, decía1 que aunque los atletas de un estudio suyo de aquel año separaban la religión del deporte, esta les proporcionaba un marco de significado y continuidad en sus vidas deportivas, influyendo en sus valores y actitudes hacia el deporte. No es descabellado, por tanto, pensar que cuando Luis de la Fuente habla sobre valorar el proceso o se esfuerza por poner en práctica determinadas actitudes en el equipo, esto también tenga que ver con la cosmovisión que se adquiere a raíz del seguimiento de Jesús.

 En el documento de 2018 titulado “Dar lo mejor de uno mismo”, del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, se recordaba una frase de Gaudium et spes que dice que “nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón” de los discípulos de Cristo. Añadía que el deporte ha alcanzado mucha importancia en nuestro tiempo y que eso encuentra un eco en el corazón del Pueblo de Dios.

 Precisamente ese eco en el corazón del Pueblo de Dios está detrás del proyecto de Gema Sáez, de la Universidad Francisco, de Vitoria, llamado “Deporte y religión: un camino hacia la Pastoral Deportiva en los Centros Educativos”. Sáez dice así:

No vale que seamos católicos y tengamos una capilla o decir que apostamos por el deporte por tener unos patios grandes. [...] La pastoral es transversal, lo atraviesa todo y debe atravesar también las horas de deporte. [...] Tiene que haber una coherencia entre la propuesta educativa en todos los ámbitos, así como entre lo que se dice y se hace.

 Esta coherencia resulta fundamental si no se quiere reproducir un peligro que es del todo contrario a los principios evangélicos. Daniel Thomas y otros investigadores estadounidenses analizaron en 20202 el caso de una universidad católica identificada como san X (para no revelar su nombre real). Se trata de una universidad con mayoría de alumnado blanco y en su texto analizan la situación del alumnado negro.

 Sus resultados insinuaban que estos alumnos minoritarios eran reclutados por la universidad para obtener beneficios económicos y de reputación a través del deporte, ya que lo único que contaba eran sus resultados en fútbol americano, baloncesto y béisbol. Los alumnos negros experimentaban una hipervisibilización en lo deportivo y una invisibilización en el reconocimiento académico, sin prestar atención a sus contribuciones intelectuales ni a su herencia cultural. El riesgo de una multiculturalidad fundamentada solo en los logros deportivos sobrevuela siempre en el ambiente; llenar de color los vestuarios sin que eso empape después el tejido social, dejando que el racismo, la xenofobia, campen a sus anchas.

 A propósito de la pastoral deportiva, tal vez no sea una mala idea echar un vistazo más amplio todavía hasta abarcar el mundo entero.

En el nombre de Dios, el compasivo y misericordioso. El compasivo. El misericordioso.

 Esta canción, cuya letra es, como lees, completamente religiosa, se puede escuchar durante la práctica deportiva del “Varzesh-e Pahlavani”, un deporte tradicional de Irán. Se practica en unos gimnasios llamados “Zurkhaneh” al ritmo de antiguos tambores de guerra. Mientras los deportistas realizan sus entrenamientos, escuchan canciones que les instruyen acerca de valores y enseñanzas del Islam.

Eres el único Dios. Eterno e impecable señor, creador de todo. [...] Todos los reyes de la tierra se arrodillan con respeto ante ti.

 En estos gimnasios, los Zurkhaneh, puede asistir público a ver cómo se entrenan los atletas; que son muy pocos los que practican esta disciplina. Si examinamos el rastro histórico de ella, llegamos hasta el siglo VII, que es cuando se instala el Islam en Irán. Antes de eso, había versiones primitivas que se practicaban en cuevas donde fluía agua corriente.

 Si relacionamos esto con la Pastoral del Deporte comentada más arriba, quizás sería lícito preguntarnos si algo como esta disciplina iraní habría sido posible en el ámbito de la Iglesia Católica. Se trata de un deporte que se practica literalmente recibiendo una constante catequesis que lleva a trabajar el cuerpo de forma intensa al mismo tiempo que la interioridad. ¿Sería posible algo así hoy día? Imagina por un momento que un colegio católico decide inventar una disciplina deportiva similar a la practicada en los Zurkhaneh iraníes. ¿Cómo crees que podría reaccionar el mundo? Al margen, claro, de cómo podría reaccionar la Iglesia.

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 Venimos hablando sobre fútbol y espiritualidad a partir de la victoria de la Selección Masculina de Fútbol de España en la Eurocopa 2024. Este logro ha estado en boca de periodistas de todo el mundo. El medio indio Firstspot, lo describía de este modo:

Lamine Yamal y Nico Williams se han convertido en un símbolo, reescribiendo todo aquello por lo que España era conocida … Durante décadas, España ha sido percibida como un país racista en lo que se refiere al fútbol … España ha recorrido un largo camino, de un país en el que Vinicius fue racialmente abusado hasta dos jóvenes de color abriéndose paso hasta lo más alto.

 Ese mismo medio mostraba a continuación declaraciones de Luis Aragonés, insultando a Thierry Henry e insistiendo en que no era racista. Y, poco después, unas imágenes que hemos visto circular por todo el mundo y que conectan directamente con el número de Vida Nueva de esta semana, ya que aparece la familia de Nico Williams junto a Iñaki Mardones. El director de la Pastoral de la Salud de la Diócesis de Santander comparte con la revista cómo en el año 1994 formaba parte del grupo de voluntarios de Cáritas que acompañó a la familia del futbolista tras su llegada desde Melilla. El hermano de Nico, Iñaki, lleva su nombre precisamente porque el matrimonio quiso llamar así a su hijo debido a toda la ayuda que recibieron de él.

 Este antiguo claretiano ha estado presente en la vida de Williams de diferentes maneras, como por ejemplo acompañándolos a su madre y a él a ver un partido de fútbol. Lo mismo que decíamos antes con Luis de la Fuente, que las creencias modifican la cosmovisión e influyen sobre toda dimensión humana, podría ocurrir con Nico Williams. Conocer los propios orígenes y estar en contacto con personas entregadas a los demás, puede haber influido en que el futbolista dijera cosas como esta tras la victoria contra Inglaterra:

Mis padres han sufrido mucho por llegar hasta aquí. Son los que más han sufrido. Mis padres me han inculcado un respeto y una lealtad increíbles. Al final, yo creo que los futbolistas tenemos mucho impacto en la sociedad.

 La responsabilidad de los propios actos, saber que tus acciones pueden inspirar a otros a seguir tus pasos, es, de algún modo, cierto tipo de rendición de cuentas cuando esto se hace con criterios que tienen en cuenta lo común.

 El profesor David Grenardo, de la Universidad Católica St. Thomas2, afirma que la educación y las experiencias a través del deporte para jóvenes de diferentes etnias que desemboquen en interacciones significativas ayudarán a superar los sesgos implícitos y los estereotipos raciales. Afirma que el deporte puede subvertir el racismo proporcionando además oportunidades y acceso a trabajos para minorías en posiciones de liderazgo. El profesor Grenardo está convencido de que si el deporte puede crear cualquier tipo de impacto positivo para combatir el racismo, entonces los esfuerzos merecen la pena.

 Estas palabras nos transportan a un hecho concreto de la historia que puede proporcionar un refuerzo a cualquier idea que proponga combatir el racismo por medio del deporte.

 En Indianápolis, Estados Unidos, había un instituto segregado llamado “Crispus Attucks”. Durante la década de 1950, su equipo de baloncesto formado solo por jugadores negros cosechó muchos logros y obtuvo reconocimiento tras superar un sinfín de prejuicios raciales. ¿En qué medida puede tener relación el caso del Crispus Attucks con la Selección Masculina de Fútbol que ha ganado la Eurocopa de 2024? El dato clave está en el contexto. Indianápolis, en aquella época, era un territorio todavía dominado por las ideas del Ku Klux Klan. Las barreras y prejuicios superados incluían también amenazas de muerte.

 Por tanto, la Pastoral del Deporte, la normalización de la multiculturalidad y la educación en valores, todo ello puede desembocar en el derribo de viejos muros ideológicos que entorpecen la convivencia. Asómate a las redes sociales. Escucha los titulares deportivos. Lee los medios de comunicación masivos. ¿De verdad es tan diferente el discurso de odio que aquel sostenido por el Ku Klux Klan? Si en la Indianápolis de 1950 pudo combatirse el racismo por medio del deporte, ¿sería posible en el aquí y el ahora que esta Eurocopa 2024 suponga un punto de inflexión de cara a las generaciones futuras?

 No es algo que se necesite desarrollar y potenciar solo en España, por supuesto. En 2018, el jugador alemán Mesut Özil abandonó el país y regresó Turquía, donde también tenía la nacionalidad. El futbolista dijo públicamente lo siguiente:

A ojos de Grindel (presidente de la Asociación Alemana de Fútbol) y de sus colaboradores, soy alemán cuando ganamos, pero soy un inmigrante cuando perdemos. [...] Me siento no querido y pienso que lo que he conseguido desde mi debut internacional en 2009 ha sido olvidado. A pesar de pagar mis impuestos en Alemania, de hacer donaciones a escuelas alemanas y de ganar la Copa del Mundo con Alemania en 2014, todavía no soy aceptado en la sociedad. Soy tratado como diferente.

 Todo esto sucedió en medio de tensiones entre Europa y Turquía. Con independencia del trasfondo político, las palabras de Mesut Özil nos sirven como muestra de referencia para lo que puede estar experimentando cualquier jugador o trabajador venido de fuera, ya sea en España o en otro lugar del mundo. “Si produzco, valgo”. “Si no produzco, no valgo”.

 Desde una aproximación más académica o aterrizando a pie de calle, lo cierto es que son muchas las iniciativas que persiguen generar un impacto positivo en la sociedad por medio del deporte. Tal es el caso, por ejemplo, del torneo celebrado en Cádiz en memoria del padre Gabriel Delgado o, más concretamente, de la labor que realizó con personas migrantes.

 El mes pasado, tal como leemos en Vida Nueva, se disputó un pequeño torneo en el estadio Nuevo Mirandilla para recordarlo. En él se enfrentaron varios equipos; migrantes acogidos por el Secretariado Diocesano de Migraciones; personas de la Fundación Centro Tierra de todos y la Asociación Cardjin; veteranos del Cádiz Club de Fútbol; también miembros de la Asociación de la Prensa de Cádiz.

 Jonás, originario de Camerún, expresaba lo siguiente:

La Diócesis de Cádiz es parte de mi familia. Me han ayudado con el aprendizaje del idioma a través de mis profesores. He tenido acceso a contratos de sustitución, me han ayudado a resolver mi situación administrativa y me han apoyado financieramente durante mi primer año de carrera. [...] Pase lo que pase siempre estaré muy agradecido por lo que han hecho por mí. [...] De todos modos, no tengo las mismas oportunidades que los demás. En todo lo que intento hacer, tengo que demostrar mucho más para que me acepten o me cojan.

 Tanto en un campamento alrededor de una pantalla, con pizza de por medio, como en un estadio jugando un torneo o en el patio de un colegio, la Iglesia Católica tiene una plétora de oportunidades para construir el Reino de Dios por medio del deporte. Ese Reino no puede ser compatible con la amenaza al que llega de fuera, con el desprecio, el chiste fácil, ni tampoco con la simplificación reduccionista del “ellos” y “nosotros”.

 Tal vez, en lugar de mirar el ombligo durante mucho rato, quizás venga bien de vez en cuando levantar la mirada y otear el horizonte. No en busca de enemigos, sino de referencias. Como decíamos antes, ¿es posible que aquel deporte antiguo practicado en Irán pudiera servir de inspiración para algo nuevo? Al fin y al cabo, aquella canción sobre un Dios único, compasivo y misericordioso, no dista tanto del salmo que dice “Acuérdate que has sido compasivo y generoso desde toda la eternidad”3 o de aquel fragmento del Evangelio de Lucas que invita a ser compasivos como lo es Dios4. Qué potencial para el diálogo interreligioso más interesante encontramos ahí. Aunque, por supuesto, siempre habrá un buen puñado de gente que señale en esa dirección y grite: ¡herejía!

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citas:

1Ronkainen, N. J., Ryba, T. V., & Tod, D. (2020), ‘Don’t ever mix God with sports’: Christian religion in athletes’ stories of life transitions. Sport in Society, 23(4), 613-628.

2Grenardo, D. A. (2021), It's Worth a Shot: Can Sports Combat Racism in the United States?. Harv. J. Sports & Ent. L., 12, 237.

3Salmo 25.

4cf. Lc 6, 36.

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Más episodios

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