El encuentro de contrarios
T4E150.
Hace tan solo unos días, el Consejo de Ministros del Gobierno de España aprobaba un plan de prevención y reparación a víctimas de abuso en la Iglesia Católica. Los obispos españoles han reaccionado a él desde un enfado que se fundamenta en que la crisis de la pederastia en la Iglesia es solo una pequeña representación de lo que sucede en el resto de ámbitos de la sociedad. Este desencuentro se produce pocas semanas después de haberse estrenado como presidente del episcopado el arzobispo Luis Argüello. En conversación con Vida Nueva, afirma su voluntad de superar la dialéctica de los contrarios y evitar echar más leña al fuego.
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Sobre este episodio
El episodio 150 del pódcast de la revista Vida Nueva dura , se titula El encuentro de contrarios y trata sobre abusos en la Iglesia católica, relación Iglesia-Estado y polarización del tejido social.
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Los episodios del podcast son largos, así que también lo son sus transcripciones. Este texto te llevará varios minutos de lectura; tal vez quieras dejarte cerca un vaso de agua por si lo necesitas antes de llegar al final.
En los episodios ciento cuarenta y dos y ciento cuarenta y tres de este pódcast estuvimos hablando sobre la presidencia de la conferencia episcopal española, antes y después de la elección del arzobispo Luis Argüello como presidente del episcopado. Desde entonces, ya son varios temas los que se han puesto encima de la mesa y que los medios de comunicación han (o hemos) comentado según la línea editorial de cada casa. Argüello le decía esto a Vida Nueva:
Los titulares de prensa me producen melancolía. Me da igual que me etiqueten. Me parece una reducción. Entiendo que los mismos medios que critican la polarización son polarizadores, sois polarizadores. En esto hay mucha pose.
Son cinco frases en las que el arzobispo resume su posicionamiento frente a las noticias que aparecen aquí y allá y le tienen a él por protagonista o, como mínimo, de reclamo. Por poner un ejemplo concreto, una de esas etiquetas que mencionaba Luis Argüello podría ser la que el diario El País utilizaba para referirse a él tras su elección como presidente de los obispos. Este rotativo le calificaba de negacionista sobre los abusos en una noticia del pasado cinco de marzo y, en la misma línea, suele utilizar adjetivos similares cuando informa acerca de cuestiones relacionadas con la Iglesia.
Regresando a las palabras del arzobispo Argüello, este afirmaba que en el mundo de los titulares hay mucha pose y que permanecía indiferente frente a las etiquetas. ¿Cuánto hay de cierto en lo que dice sobre la pose? Sabemos que en el universo periodístico es común forzar los límites entre la información y la invención con tal de captar un mayor número de ojos lectores y que hay toda una plétora de técnicas para diseñar titulares efectivos que consigan el clic de quien está al otro lado del papel o la pantalla. En el punto 46 de Fratelli tutti, el papa Francisco recordaba lo siguiente:
Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena.
Esa calumnia y difamación pueden estar relacionadas con lo que decía el presidente de los obispos españoles cuando hablaba de que había mucho postureo. Hay líneas editoriales que se mantienen en un evidente pie de guerra contra la Iglesia en su conjunto. Han construido una base de lectores y seguidores explotando y forzando un determinado tipo de información y, con el paso del tiempo, eso solo se ha ido afianzando.
Acerca de esto, es muy interesante lo que decía un grupo de investigadores de Canadá1 que en 2020 escribían sobre polarización en los medios. En un razonamiento acerca los medios de comunicación y la consideración de algún grupo como rival o como enemigo a combatir, decían lo siguiente:
La animosidad en contra de los oponentes puede ser determinada menos por lo que los miembros del grupo contrario creen realmente y más por lo que se piensa que creen. De acuerdo a esto, la creciente polarización afectiva puede ser mejor entendida tomando en consideración la falsa polarización. Puede ser que la ideas equivocadas sobre el grupo oponente sean un determinante más poderoso del disgusto hacia la gente de fuera del propio grupo que las actitudes reales de esos oponentes; esto incluye la creencia equivocada de que los oponentes se aferran a ideas que son del todo incompatibles con las propias. Dicho de otro modo más claro, a la gente pueden no gustarle los oponentes políticos por unas posiciones deplorables que, de hecho, la mayoría de esos oponentes ni siquiera mantienen.
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Me parece muy interesante la existencia de ese término, el de falsa polarización. Sobre el papel, el mundo está tan dividido que parece a punto de romperse. Pero, ¿es eso una realidad objetiva? ¿O la división se basa en ideas preconcebidas, en prejuicios sobre la otra parte? Cuando Jesús estaba delante de Pilato, dice el evangelio de Juan2 que el romano le preguntó si era el Rey de los Judíos. ¿Recuerdas la respuesta de Jesús? Es otro interrogante: ¿Viene de ti esta pregunta o repites lo que te han dicho otros de mí?.
Ese momento tiene una especial resonancia en los momentos actuales, cuando un par de frases en alguna red social ponen en marcha una secuencia de acontecimientos que terminan con la lapidación digital de alguien y ello repercute de forma directa sobre su realidad en la vida de carne y hueso.
Esa batería de prejuicios según la línea editorial de cada medio de comunicación no pasa inadvertida para el arzobispo Argüello, quien le decía lo siguiente a Vida Nueva:
Dependiendo de la circunstancia, te sitúan en un lado o en otro. Hace unos días, se admitió a trámite en el Congreso de los Diputados la iniciativa legislativa para una regularización extraordinaria de personas extranjeras. He estado muy implicado para que saliera adelante, de formas visibles y no visibles. Desde esa óptica, algunos me llaman progresista. Pero, a la vez, he estado muy en contra de que el Parlamento Europeo incluyera el acceso al aborto en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Si estás en contra del aborto, te consideran conservador; y es verdad, porque quieres conservar la vida que está en el seno de una mujer. Pero los que dicen que son progresistas por estar a favor del aborto son lo más antiprogresismo del mundo porque impiden el progreso de una vida”.
Este tema en concreto, el de la defensa de la vida, debe encontrarse entre los que más claramente actúan como disparadores de sesgos. Dicho de otro modo, se trata de un tema tan a flor de piel que el posicionamiento en cualquier sentido lleva automáticamente a recibir una serie de marcadores sociales que identifican a la persona como una cosa u otra, habitualmente como conservador o progresista. Los sesgos forman parte de nuestro día a día. Nos rodean, acompañan y hasta persiguen, hagamos lo que hagamos y lo hagamos donde lo hagamos. La percepción sobre quiénes somos se ve modulada en las otras personas en base a esos sesgos que han sido instrumentalizados por poderes políticos y económicos.
Sin embargo, se nos suele olvidar el hecho de que son resultado de nuestra propia naturaleza humana. Es decir, que los sesgos son mecanismos naturales relacionados con el procesamiento de la información. De hecho, el año paso, la psicóloga alemana Aileen Oeberst3 proponía que existen mecanismos comunes a la hora de manejar cerebralmente algunos sesgos cognitivos. Por resumirlo de algún modo, podríamos decir que la política y la economía solo se han limitado a exagerar y explotar en el propio beneficio algo que forma parte de nuestra identidad humana. Que está ahí y que va a seguir estando mientras sigamos siendo humanos. Quizás la cuestión no radique tanto en la existencia de sesgos y polarizaciones, sino en la toma de conciencia de los mismos y en cómo se manejan en lo concreto.
Al hilo de esto, Vida Nueva le preguntaba a Luis Argüello si le preocupaba que en los seminarios se colase la ideologización tan claramente distinguible en la vida social. El arzobispo respondía lo siguiente:
Al seminario vienen las personas que forman parte de la Iglesia y de la sociedad en la que estamos. La Línea formativa de los seminarios es una línea que asume sin ningún tipo de duda el Concilio Vaticano II y la propuesta de un sacerdocio apostólico. Otra cosa es que, no solo ahora, sino en todos los tiempos, hay seminaristas que pasan por el seminario, mientras que el seminario no pasa por ellos [...] El seminario ha podido vivir una cierta incapacidad para formar desde un planteamiento que nos habría parecido básico en la formación: un coloquio entre libertad y responsabilidad [...] Otro tipo de propuestas formativas que se basan en el "o entras por aquí o no te ordeno" chocarían precisamente con esa libertad.
Ya estás al tanto de que el presidente de los obispos españoles tiene cierta fama de actuar como elemento que lleva al encuentro de posiciones habitualmente enfrentadas. Sobre esto, dice así en Vida Nueva:
Lo que trato en general en la vida es superar la dialéctica de los contrarios, que es la forma mental que nos ha enseñado la modernidad [...] Desde el punto de vista de la comunión o de superar las banderías, tanto sociales como eclesiales, reafirma a cada cual en su proposición. Yo siempre me muevo en un ensayo de una forma de diálogo diferente que trate de superar esa dialéctica, bien buscando en la hondura alguna referencia común, bien buscando en el horizonte algún objetivo. La dialéctica de los contrarios solo se supera cuando quienes están en los dos polos de la dialéctica descubren un nuevo punto distinto de los polos.
El arzobispo reconoce que superar la dialéctica de los contrarios forma parte de su vida, al margen de su responsabilidad como presidente de la conferencia episcopal. Para contrastar esa afirmación, basta con echar un vistazo hacia atrás, a la época en la que ocupaba el papel de secretario del episcopado. En una entrevista de enero del 194, al hilo de unas preguntas sobre un tema tan sensible como el traslado de los restos mortales de Francisco Franco, Argüello respondía así:
Yo creo que, en un caso como acabo de reconocer, es complicado, no decir cosas que puedan ayudar a complicar más la situación, sino al contrario; tener la esperanza de que pueda resolverse una situación en la que, seguramente, la gestión de este asunto se ha llevado de manera un tanto imprudente.
Se trata de uno de los muchos temas que siguen atascados en España; la Guerra Civil, la connivencia de algunos sectores eclesiales con la posterior dictadura, los bienes de la Iglesia… Estas y otras áreas de la información parecen hundidas en pozos de brea. Si lo relacionamos con los sesgos que comentábamos y con la falsa polarización de antes, nos encontramos con un escenario social y político en el que se hace muy complicado superar la dialéctica de los contrarios porque siempre habrá alguien que te vea no como contrario, sino que se considere directamente tu contrario. Parece lo mismo, pero cambia el matiz. No quiere decir que tus planteamientos no encajen con los suyos, lo cual admitiría cierto grado de diálogo, sino que su postura es directamente contraria a cualquiera de tus pensamientos.
Por otra parte, avanzando en el pensamiento, quizás no es descabellado asumir que más en esto último que en lo anterior se van a mover las relaciones con el actual gobierno del país. Tomemos como ejemplo la gestión de los abusos en el seno de la Iglesia. Hace unos días, el 23 de abril, el Consejo de Ministros aprobó un plan que incluye indemnizaciones a víctimas de abusos en la Iglesia Católica y que está en consonancia con las recomendaciones que aparecían en el informe del Defensor del Pueblo. De manera resumida, el plan se organiza en cinco áreas. Reconocimiento y reparación económica; atención a las víctimas; prevención; formación y sensibilización; por último, infomación e investigación. ¿Qué dijo la Iglesia sobre esto?
La acción que la Iglesia viene desarrollando frente a los abusos sexuales coincide en buena parte con los cinco ejes de acción que este plan propone. La Iglesia trabaja ya en la línea de la acogida, la atención y la reparación de las víctimas, la prevención de los abusos, la formación de las personas y la sensibilización de la sociedad. En relación al plan presentado, la Conferencia Episcopal Española considera que ciertamente son valiosas aquellas medidas que se refieren a todas las víctimas. En ese aspecto, trabaja y trabajará también la Iglesia, con la experiencia que ella misma puede aportar, para acoger a todos los que han sufrido y sufren esta lacra. Por otra parte, no se pueden plantear unas medidas de reparación que, siguiendo el informe del Defensor del Pueblo, dejarían fuera a nueve de cada diez víctimas. La Iglesia no puede aceptar un plan que discrimine a la mayoría de las víctimas de abusos sexuales.
Así lo expresaba César García Magán como Secretario de la Conferencia Episcopal. Y, ese mismo día, el Arzobispo Luis Argüello escribía un mensaje en la red social X, la antigua Twitter, donde decía que la Iglesia no quiere que el estado asuma su responsabilidad económica, moral y espiritual con las víctimas de abusos. Cuando el arzobispo Argüello era el secretario de la Conferencia Episcopal, decía lo siguiente:
Pero, a nosotros, lo que nos preocupa sobre todo, mirando hacia adelante, es todo lo que tenga que ver con la prevención, con la formación. Y, por eso, planteamos cuáles pueden ser las causas sociales, familiares, también eclesiales, de este problema.
Regresando a lo que decíamos en la primera parte sobre la falsa polarización, puede que muchas de las reacciones alrededor de este plan del Consejo de Ministros se muevan en esa línea, asumiendo en la parte contraria unas ideas que puede que, en realidad, no les pertenezcan. Dentro de la Iglesia hay una corriente en la línea por lo expresado por Magán y Argüello, indicando que no se debe dejar fuera al resto de víctimas de abuso y también nos encontramos con posturas como la de la CONFER, que se desmarcó de los obispos y afirmaba por separado que seguiría en diálogo con todas las instituciones para encontrar los mejores caminos de reparación para todas las víctimas de abusos en los diferentes ámbitos de la sociedad. A su vez, más allá de las fronteras eclesiales, nos encontramos con las dos mismas posturas, expresadas además según la línea editorial de cada grupo de medios de comunicación. En global, una madeja de entendimientos, suposiciones y prejuicios difícil de desenrollar.
Es complicado no solo informar sobre esto, sino hablar en sí mismo sobre ello. Precisamente por lo interiorizados que están los sesgos de que hablábamos antes. Utilizar una palabra concreta es ser de los naranjas; no mencionar este hecho es pertenecer a los amarillos; no señalar de forma agresiva te hace partidario de los aguamarinas. Entramos en el muy complicado y pantanoso terreno de las sensibilidades. Sobre ellas, el presidente del episcopado español le dice así a Vida Nueva:
Sensibilidades diferentes existen lógicamente en la vida de la Iglesia. El problema es caer en la trampa de las estrategias políticas o politiqueras. Puede haber también estrategias políticas en el interior de la Iglesia que hagan que aparezcan bandos. Lo digo con temor y temblor, porque a mí no me gustaría contribuir a echar leña a este fuego.
Desde un punto de vista racional y analítico, podemos echar un vistazo a las palabras que el arzobispo ha ido pronunciando a lo largo de los años y llegar a la conclusión de que esa intención conciliadora o, como mínimo, no combativa, ha estado presente en su discurso habitual. Sin embargo, como decía, se trata de un terreno pantanoso porque entra en juego el componente afectivo, la maquinaria más potente del ser humano, lo que nos mueve en última instancia.
Y, ahí, resulta de vital importancia no solo medir el alcance de nuestras palabras, sino ponderar el significado que les asignarán las personas a quienes se las decimos. Por ejemplo, el 23 de noviembre de 20185, Luis Argüello comparecía ante los medios de comunicación en rueda de prensa y, al contestar a una pregunta relacionada con la homosexualidad, decía lo siguiente:
La Iglesia tiene el derecho a poder seleccionar sus candidatos, a poder elegir su perfil, por ejemplo nuestra Iglesia Católica dice, en el perfil de los candidatos que sean candidatos dispuestos a ser célibes. Admitimos a diáconos permanentes que sean hombres casados; pero, tanto en el presbiterado como en el episcopado, pedimos varones célibes. Y, dentro de esta configuración de varones célibes, pedimos también que se reconozcan y que sean enteramente varones y, por tanto, heterosexuales.
Como podrás imaginar, aquello provocó una oleada de protestas y reacciones en contra. El propio arzobispo recapacitó sobre sus palabras y ofreció una disculpa pública apenas unas horas después. Es lícito, por tanto, preguntarse si, ahora, en una nueva etapa y responsabilidad, veremos situaciones similares. Es decir, sin tener la intención inicial de echar más leña al fuego de la división y viviendo enfrentándose a la dialéctica de los contrarios, ofrecer declaraciones incendiarias que podrían haber expresado la misma idea de un modo previsiblemente más conciliador. Al final siempre habrá alguien que le dé la vuelta a lo que decimos. Eso que decía antes, lo de la persona que está en contra tuya como principio regidor de su vida. Pero es muy diferente eso a expresar afirmaciones poco afortunadas que ponen en marcha mecanismos de defensa enquistados en la sociedad.
Por supuesto, no podemos perder de vista el componente de la libertad individual. Una libertad que también aparece en la entrevista a Luis Argüello en Vida Nueva. En el contexto que mencionábamos antes, el de los seminarios, el arzobispo habla sobre los posicionamientos ideológicos y la libertad. Dice:
Antropológicamente, hay un errado planteamiento de una libertad entronizada, pero esa es otra reflexión más profunda. Si yo hoy digo que está antes la obediencia que la libertad para construirse como persona, suena raro, pero lo creo. La obediencia a la verdad y la obediencia al amor es más importante, y es la novedad de Jesucristo: el obediente.
Argüello plantea la obediencia de Jesucristo como novedad. Novedad en su tiempo y novedad en el nuestro. ¿Dónde reside dicha novedad? ¿En el hecho de ceder voluntariamente parte de tu propia libertad, es decir en la obediencia en sí misma? Quizás no tanto. El filósofo coreano Byung- Chul Han6, hablando sobre las redes sociales, decía que libremente cooperamos con ellas y que también libremente consentimos el control y la vigilancia a la que nos someten. Por su parte, Zygmunt Bauman7 afirmaba que han cambiado las tendencias del poder; ya no se necesita la coerción de los gobernantes hacia los gobernados porque voluntariamente desechan sus ideales de libertad y libremente participan en su propia dominación. En un contexto como ese, la obediencia no parece un concepto tan novedoso, ni siquiera la obediencia que se ofrece libremente, habida cuenta de lo que dicen estos dos filósofos.
La novedad, tal vez, está en el foco de esa obediencia: a la verdad y al amor. Pero resulta que eso también está sujeto a matizaciones. Cuando se propone a Jesucristo como modelo de obediencia, habrá que hacerlo tomando la debida precaución del aforo que escuchará la propuesta. La obediencia al plan divino culmina con una muerte en cruz, una situación colmada de sufrimiento. Sin la debida diligencia y sin una sana comprensión de lo que significa, la imitación de Cristo puede adoptar deformaciones capaces de romper vidas, en lugar de salvarlas. El doctor Benjamin Burholder8, de la Universidad Católica Duquesne, en Pittsburg (Estados Unidos), afirma lo siguiente:
Considera, por ejemplo, cómo las pensadoras feministas han criticado durante mucho tiempo la interpretación penal de la cruz porque hace del sufrimiento inocente de Cristo el modelo para el comportamiento humano, animando a los cristianos a sufrir de igual modo. Tal como Brown y Parker indican, el cristiano debe ser como Jesús, y la imitación de Cristo es primero y ante todo la voluntad más obediente para soportar el dolor [...] Desafortunadamente, algunas personas, en su intento de seguir el ejemplo de Jesús, han visto de manera indiscriminada en el abuso doméstico su propia cruz personal a cargar a cuestas. Tal como algunas investigaciones sociológicas han demostrado, algunas víctimas de abuso sexual han soportado su situación, creyendo que eso era requerido como seguidoras de Cristo. A la luz de esto, algunas feministas están preocupadas de que si Jesús salvó a otros a través de su sufrimiento inocente, entonces algunas mujeres en situaciones abusivas podrían convencerse a sí mismas de que su dolor salvará igualmente a alguien a quien aman. En lugar de tomar las medidas apropiadas para bloquear la violencia, las víctimas que crean en un sufrimiento redentor se ven obligadas a aceptar tal abuso sin oponerse a él.
Por tanto, en esta era de la división polarizada y de la falsa polarización, de los discursos incendiarios y los titulares atascados en el tiempo, será positivo cualquier intento de reparar el tejido social, de acercar posturas, de, como decía Luis Argüello en su entrevista, no echar leña al fuego. Sin embargo, eso incluye saber elegir las palabras según con quién se vaya a hablar. Porque, el fuego se apaga con agua, sí, pero puedes generar un desastre mayor si utilizas ese mismo agua para tratar de sofocar un fuego eléctrico. Hay que conocer la llama y el entorno para poder elegir el extintor adecuado. De otro modo, somos como un bidón de gasolina que acude a la fiesta de las cerillas.
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citas:
1Wilson A. E., Parker V. A., Feinberg M. (2020) Polarization in the contemporary political and media landscape. Current Opinion in Behavioral Sciences 34, 223-228.
2cf. Jn 18, 33-34.
3Oeberst, A., & Imhoff, R. (2023) Toward Parsimony in Bias Research: A Proposed Common Framework of Belief-Consistent Information Processing for a Set of Biases. Perspectives on Psychological Science 18(6), 1464-1487.
4Entrevista de 9 de enero de 2019 en La Noche 24h (RTVE).
5Rueda de Prensa CEE del 23 de noviembre de 2018.
6Han, Byung-Chul (2013) La sociedad de la transparencia. Herder Editorial.
7Bauman, Z., Lyon, D. (2013) Vigilancia líquida. Ediciones Paidós.
8Burkholder, B. (2017) Violence, Atonement, and Retributive Justice: Bonhoeffer as a Test Case. Modern Theology 33, 395-413.
Más episodios
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