La Iglesia Católica defiende la libertad religiosa y afirma que es querida por Dios y que está inscrita en la naturaleza humana. El anuncio del Evangelio no debe responder a una imposición.
Sin embargo, la Iglesia también indica que no hay que confundir la libertad religiosa con la permisión moral de adherirse al error, sino con el derecho a que la sociedad civil no sea coaccionada por el poder político ni por otras creencias en materia religiosa.
Lo anterior no está reñido con que en una nación concreta, una comunidad religiosa pueda recibir un especial reconocimiento por parte del Estado, debido a sus vínculos históricos y culturales.